viernes, 7 de diciembre de 2007

Maria Parado de Bellido


Nació según sostiene el sacerdote Carlos Cárdenas, el 05 de Julio de 1771 en Paras, Cangallo, fueron sus padres don Fernando Parado y doña Jacinta Jayo, contrajo matrimonio a los 15 años de edad con don Mariano Bellido natural de Vizcapalca, fruto de una unión tuvieron 7 hijos Gregoria, Andrea, Mariano, Tomás, María, Leandra y Bartola.

Fue una de aquellas mujeres que representó a los intereses de la población en tiempos difíciles, de quien se ha escrito muchas biografías, por el valor y significado que tiene para la historia de su pueblo y de todo el Perú.
La época en que vivió fue muy difícil, Huamanga era el centro de conspiraciones, luchas heróicas del pueblo. Uno de los hijos, Tomás formó parte de las guerrillas de Cayetano Quiroz, quién juró derramar la última gota de sangre por la causa de nuestra Independencia. Desde entonces María su madre, decide protegerlo ayudándolo, poniendo al corriente de los movimientos realistas para prevenir del peligro, por ello envía una carta al parecer a su hijo Tomás y no a su esposo; esta fue entregada al jefe Patriota. Otras versiones, que son tradicionales, indica que la carta fue encontrada por los soldados del ejército español, por tanto la situación de María Parado de Bellido se hizo delicada, por lo que su casa fue asaltada, saqueada el 29 de marzo, intentando incendiarla, pero que no se consumó por la intervención del Deán de la Catedral Dr. López de Ubilluz.
Fue tomada prisionera, conducida al cuartel general (prefectura) y encarcelada en el cuartucho que sirvió de calabozo. La letra y forma de la carta, era diferente por lo que se le torturó, para que delatara al autor, pero su corazón de patriota su temple de mujer heroína hizo que guardara el secreto hasta su muerte.
Fue fusilada en la Pampa del Arco, antes fue sacada a la Plaza de Armas, paseada por los cuatro lados, al llegar a cada esquina se leía un bando de la pena de muerte, por haberse rebelado contra el Rey y Señor del Perú, requiriéndola constantemente que dijera la verdad que ella rechazó hasta el instante supremo en la que recibió la descarga asesina de los fusiles; luego sus restos fueron velados en el templo de Santo Domingo y enterrados en el convento de La Merced.

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