sábado, 30 de junio de 2007

IMPRESIONANTE CHACU DE LA VICUÑA EN PAMPA GALERA

La quietud de la vasta planicie en la puna de la Reserva Nacional de Pampa Galeras, a 3,800 m.s.n.m., donde reinan el ichu y la yareta, se altera de pronto con el galope de cientos de vicuñas, que en el horizonte parecen puntos movedizos, pero que conforme se aproximan adquieren formas más definidas.
Entonces, quedan en el olvido las nueve horas de viaje desde Lima por una carretera –por momentos sinuosa como serpiente, pero felizmente en buen estado– que atraviesa esta área nacional protegida y que se prolonga con dirección al Cusco.
La fina estampa de estos gráciles y mansos camélidos, cuya fibra de color canela y vainilla es la más fina del mundo, apresura el paso tratando de eludir el chaccu o “cerco vivo” formado por unas 80 personas, quienes gritan repetidamente mientras avanzan sosteniendo más de dos mil metros de cuerda adornada con flecos multicolores.
Tradición ancestral
Se trata de una tarea colectiva que desde tiempos inmemoriales practica el hombre andino, en su constante esfuerzo por aprovechar lo mejor que la naturaleza le ofrece. En este caso, un medio de subsistencia muy especial ya que, por su alta cotización internacional, la fibra de vicuña contribuye a mejorar la calidad de vida de más de 700 comunidades andinas en ocho departamentos del país.
Pero tiene también un significado importante para la sana convivencia del hombre con su medio ambiente. Es el mensaje de los Andes, que pese a su aparente hostilidad nos dice que alberga recursos para ser utilizados, pero a fin de disfrutarlos el hombre debe ser agradecido.
Por eso, el chaccu es una fiesta que expresa el agradecimiento del hombre andino a la Pachamama (madre tierra) y los apus (dioses protectores), representados por montañas que se abrazan en lo alto con el cielo azul añil adornado de nubes que parecen motas blancas flotantes, imperturbables como la vasta puna.

Una vez rodeada la enorme manada con la ayuda de la extensa cuerda, se lleva a las asustadizas vicuñas, mezcladas adultas, jóvenes y crías, hacia un “laberinto” de mallas de metal, que conduce después de tres vueltas hasta un gran espacio donde se levanta un altar de piedra con una pequeña pira hecha de ichu. Allí se realizará la “pagapa” u ofrenda a los apus.
En el altar se encuentra una pareja de actores que personifica al “inca”, su esposa la “coya”, y también al “curaca” o sumo sacerdote. Abajo, en el escenario central y frente a las vicuñas agrupadas que corren de un lado a otro como tratando de escapar, se ubican otras personas ataviadas con uniformes de “soldados imperiales”, “acllas o sacerdotisas” y “yanas” o súbditos, que cargan las literas pintadas de dorado y plateado con inscripciones del Sol y la Luna, en que son transportados el máximo gobernante y su consorte.
Ofrenda a los apus
De la manada es escogido un ejemplar joven, al que se le hace una pequeña incisión en la oreja y la sangre que brota se deposita en un quero o vaso ceremonial, que se entrega al curaca para presentarlo al inca junto con otro quero con chicha de maíz y hojas de coca, antes de ofrecerlo a los apus en agradecimiento a su generosa protección.
El inclemente frío no amilana el entusiasmo del inca y los demás participantes, cuyos atuendos apenas cubren sus cuerpos. Parecen haber encontrado una forma de contrarrestar las bajas temperaturas mediante movimientos que asemejan una marcha marcial y lanzando a viva voz frases en quechua, al parecer de alabanza a los apus.
Para Virgilio Huarcaya (de 35 años), quien interpreta por primera vez al inca e integra el grupo teatral Ardiente Sol, que escenifica la “pagapa” en este 15º Chaccu Nacional y 14º Festival Internacional de la Vicuña, coincidente con el Día del Campesino, la experiencia se resume en la frase: “Me siento muy orgulloso. Es un anhelo que tenía desde pequeño cuando venía con mis padres a ver el chaccu.”
El chaccu culmina con la esquila de las vicuñas. En forma simbólica, se escoge a un ejemplar joven para la demostración.
En el 14º Festival Internacional de la Vicuña y el 5º Chaccu Nacional, realizados del 22 al 24 de juio, alrededor de 300 camélidos fueron esquilados.
Cada kilogramo de fibra precerdada vale en el mercado internacional hasta 507 dólares; mientras que la fibra limpia de impurezas llega a cotizarse en 724 dólares.

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